lunes, 17 de enero de 2011

divagaciones nocturnas.

“Aún no, me queda más de medio cigarillo”
Cómo le hubira gustado verla aparecer, cuando el dolor lo consumía, y solo podía centrar su illusión en las blancas paredes que lo rodeaban, devorado por aquella enfermedad, lentamente, como una tortura que lo hacía confirmar todo lo que había echo mal. Cuando le gritaba al cielo que la amaba, y que Dios lo sabia.
………………¿Dios?...................
Nunca había creído en Dios, pero ahora más que nunca le hubiera gustado hacerlo. ¿Hacia donde volaba?¿Hacia donde levitaba con aquella rapidez?¿Es que hay un destino? Al infierno, todos van, y seguiría la condena de todos aquellos que jamás habían sentido suficiente, que jamás habían entendido suficiente.
Maldita sea.
El frío roce se centraba en su cuello, lo acariciaba susurrando palabras de alivio infinito, de descanso a aquella agonía.
Arderán, Arderemos en llamas, en Dolores profundos como gargantas, bailaremos nuestra muerte, en brazos del deseo, para siempre. Nos ahogaremos infinitas veces con el lazo del silencio, y nos retorceremos en la pena, suplicando por dejar de sentir la angustia que nos corroe, atentando contra nuestra razón.

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